Que amarga soledad,
llaga que me quema la piel;
el pensamiento muerde
lacera, carcome, hiere.
No tener su mano frágil
su suave cuello blanco,
no poder amarla.
Que triste resuena el eco,
sus palabras, su mirada
que angustia que desespera
y hace explotar estos instintos
y me hunden en el abismo.
Que soleda, que vacio,
ya no tengo sus risas
solo tengo recuerdos inutiles
estoy muerto, ya no vivo,
que dolor me llama
me abraza y me consuela,
me devuelve la conciencia
y el saber que no la tengo
¿donde esta? ¿a donde irá?
¿me piensa? ¿me llama?
¿me sufre ella igual?
Que ansiedad,
que me repite de nuevo:
¡que no la tengo, que se me ha ido!
y me hundo, sufro, lloro
y de nuevo muero solo
en este vacio.
Sopor Aeternus - Saltatio Cruedilitatis
 
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